Sheinbaum en la Trampa de la Continuidad: “La Mañanera del Pueblo” que no Sorprende.

Imagen: Screenshot, crédito: Michelle Rojas/SDPNoticias.

La expectativa era monumental para la primera “Mañanera del pueblo” de la presidenta de México Claudia Sheinbaum. Sin embargo, la realidad no estuvo a la altura de las expectativas. El debut de Sheinbaum en el emblemático espacio matutino dejó mucho que desear, tanto en forma como en fondo, evidenciando la sombra del antecesor.

Uno de los elementos más evidentes, y como lo señalé en mi columna del pasado 29 de septiembre, fue la presencia de Jesús Ramírez Cuevas, que aunque ahora ostenta el título de ‘Coordinador de Asesores’, seguirá manejando las riendas de la comunicación presidencial, tal como lo hizo en el sexenio anterior. Este remanente de la administración pasada será una carga pesada para la presidenta Sheinbaum, ya que el estilo de “Chucho” sigue impregnado de rencores, resentimientos y una necesidad de proteger la imagen de su anterior jefe.

El escenario cambió de verde a blanco y el horario se retrasó media hora, pero más allá de esos detalles secundarios, la conferencia se sintió como una simple extensión del obradorismo. Lo más desconcertante fue el tema central: la conmemoración del 2 de octubre de 1968. Lejos de trazar un plan para sus primeros 100 días de gobierno, Sheinbaum dedicó media hora a recordar la tragedia de Tlatelolco, pidiendo perdón a las familias afectadas.

Si bien el gesto es justo, el timing fue desafortunado. ¿No era más necesario en ese primer momento ofrecer disculpas a las familias de las casi 200 mil personas asesinadas durante el sexenio de los “Abrazos, No Balazos”? ¿O a los padres de los 43 de Ayotzinapa?, y si le rascamos lo suficiente, encontraremos más motivos por lo que el Estado mexicano debería agachar la cabeza y pedir ser perdonado, por ejemplo, a las madres buscadoras de familiares desaparecidos, o a los familiares de hombres, mujeres y niños que han fallecido por falta de medicamentos.

Otro dato preocupante fue la incapacidad de Sheinbaum para distanciarse de la figura de su predecesor. A pesar de ser la presidenta, continúa refiriéndose a López Obrador como “el presidente”, generando confusión entre los ciudadanos. Además, su respuesta ante la pregunta sobre la violencia en Sinaloa me pareció tibia y fuera de la realidad, minimizando el conflicto entre cárteles y negando que la entidad esté en crisis.

Otro momento incómodo fue la polémica del beso en la mano al líder del Partido Verde, Manuel Velasco, que se intentó censurar en los medios, pero que Sheinbaum reconoció en su primera mañanera. Un episodio que, aunque menor, expuso una tendencia preocupante: el control de la narrativa.

El gran problema de fondo es inminente: Jesús Ramírez sigue manejando la comunicación presidencial, no para Sheinbaum, sino para seguir protegiendo a “su jefe” López Obrador. Y mientras Ramírez siga operando en las sombras del que fue, la presidenta Sheinbaum estará condenada a la continuidad, atrapada en un proyecto que tristemente, para los que tenían alguna esperanza de cambio, no le permitirá desplegar su propia visión de gobierno.

Así las cosas…

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