Mañaneras: Un ejercicio sexenal de propaganda y desinformación.

Imagen: Cuartoscuro

La conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha consolidado como uno de los sellos más palpables de su administración. Sin embargo, detrás de esta rutina que aparenta un ejercicio democrático dentro de la comunicación social gubernamental, se ocultan profundos mecanismos de desinformación y propaganda, tal y como lo señala Raymundo Riva Palacio en su columna para El Financiero.

El presidente ha utilizado las mañaneras para moldear la narrativa pública, presentando información no completa, tergiversada y en otras ocasiones manipulada. Este espacio, lejos de haber sido un espacio para el debate genuino, se convirtió en una tribuna que desde ahí, se difundieron mensajes cuidadosamente diseñados para fortalecer la figura presidencial y al mismo tiempo, minimizar el impacto de los problemas del país.

La estructura de la desinformación en las mañaneras por supuesto que no es una estrategia de comunicación improvisada. Se presenta un conflicto o una crisis, se acusa a los adversarios o medios de comunicación críticos de ser parte de una conspiración, y finalmente, se ofrece una versión de los hechos que refuerza la imagen del presidente como el único capaz de defender los intereses del pueblo. Este “speech” se repitió de manera constante, lo que provocó un desgaste en la percepción de la realidad entre la población.

En lo personal, me resultó preocupante el uso del aparato gubernamental para respaldar las afirmaciones hechas en el foro mañanero. Las instituciones que debieron ser independientes y objetivas, a mi parecer fueron  subordinadas para legitimar los mensajes emitidos desde el púlpito presidencial. Con un ejercicio estratégico bien aceitado, los datos fueron seleccionados, manipulados y presentados de manera tal que justificaron las decisiones impopulares para encubrir de manera sutil los  errores.

Riva Palacio advierte sobre las consecuencias de este control narrativo. A largo plazo, una sociedad que consume desinformación sistemática corre el riesgo de perder su capacidad crítica, de aceptar sin cuestionar lo que se le presenta como verdad oficial. El daño no solo es a corto plazo, con la polarización creciente, sino también en la erosión de la democracia misma.

La sombra de Jesús Ramírez Cuevas y el futuro de las mañaneras.

Con la  llegada de la presidenta electa Claudia Sheinbaum al Poder, es imprescindible hacerse  una pregunta clave: ¿cambiará la narrativa que se ha instalado en el Palacio Nacional? Uno de los personajes que parece garantizar la continuidad de esta estrategia de comunicación es Jesús Ramírez Cuevas, el arquitecto de la maquinaria de propaganda de la 4T. Todo indica que, por instrucciones de “su jefe”, permanecerá en su puesto bajo la administración de Sheinbaum, manteniendo la fórmula que ha servido al tabasqueño.

Ramírez Cuevas ha sido crucial en la construcción del relato de las mañaneras de López Obrador, un espacio donde la información fluyó de forma unidireccional y donde las críticas, aunque se escucharon , fueron rápidamente neutralizadas. Con Ramírez Cuevas aún con la vara del poder, es muy probable que las conferencias matutinas continúen bajo el mismo formato, centradas sólo en consolidar el proyecto 2030 de la 4T con su narrativa de polarización.

Si bien la próxima presidenta Claudia Sheinbaum podría buscar imprimir su propio sello en la comunicación presidencial, la permanencia de “Chucho”, insinúa una preocupante sombra que dificultará cualquier cambio profundo en el discurso oficial. Así como López Obrador moldeó su discurso mediante la construcción de una narrativa sin precedentes, Sheinbaum corre el riesgo de seguir la misma senda, escudada en la estructura que Ramírez Cuevas ya ha perfeccionado y que dicho sea de paso, es digno de estudio para los apasionados de la comunicación política.

El riesgo, entonces, es que la nueva administración se convierta en una extensión del sexenio Obradorista , más que en una transformación genuina. El control narrativo podría continuar, y con él, las mismas dinámicas de desinformación y manipulación. En este contexto, la pregunta no es si las mañaneras sobrevivirán al cambio de administración, sino cómo evolucionarán para adaptarse a una nueva cara en el poder, si en algún lugar de Palacio Nacional estarán  los mismos actores cobijados bajo la sombra del que fue.

Así las cosas…

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