¿Héroe o Villano? Santa Anna no vendió el territorio mexicano a EU

Antonio López de Santa Anna, una figura polarizante en la historia de México, ha sido tradicionalmente retratado como el principal culpable de la pérdida de más de la mitad del territorio nacional tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848.

Esta interpretación simplista ignora la complejidad de los factores que llevaron a este desenlace y el contexto histórico en el que se desarrollaron los acontecimientos.
Santa Anna y la guerra contra Estados Unidos: ¿Héroe o villano?
Santa Anna regresó del exilio en 1846 para liderar las fuerzas mexicanas contra la invasión estadounidense. Aunque sus estrategias militares fueron cuestionadas, no se puede atribuir exclusivamente a él la derrota en la guerra.

México enfrentaba una serie de desventajas estructurales: un ejército mal preparado, una economía debilitada y un país fracturado políticamente. Estas condiciones complicaron cualquier posibilidad de éxito en el conflicto.
Uno de los mitos más difundidos es que Santa Anna vendió el territorio mexicano por ambición personal. Sin embargo, para el momento en que se negoció el Tratado de Guadalupe Hidalgo, Santa Anna ya había dejado la presidencia y el poder estaba en manos de Manuel de la Peña y Peña. Aunque participó en la guerra, no tuvo injerencia directa en la firma del acuerdo.
¿Realmente Santa Anna “entregó” Texas?
Otro mito recurrente es que Santa Anna fue el responsable directo de la pérdida de Texas. Este territorio se había declarado independiente en 1836, tras la derrota del ejército mexicano en la Batalla de San Jacinto.

Aunque Santa Anna firmó los Tratados de Velasco durante su captura, estos nunca fueron reconocidos oficialmente por el gobierno mexicano. Además, para 1848, Texas ya formaba parte de Estados Unidos, por lo que no estaba incluido en el Tratado de Guadalupe Hidalgo.
La culpa colectiva: un país dividido
La narrativa que convierte a Santa Anna en el único villano omite la participación de otros actores en la pérdida territorial. En el momento de la firma del tratado, México estaba gobernado por un Congreso profundamente dividido entre quienes buscaban prolongar la guerra y quienes abogaban por la paz. El desgaste económico y humano tras años de conflicto dejó pocas alternativas viables.

Por otro lado, la corrupción y la falta de unidad política también jugaron un papel clave. Mientras algunos sectores buscaban la resistencia a toda costa, otros favorecieron la negociación con Estados Unidos para evitar una destrucción mayor.

Mitos y realidades sobre su legado
Si bien Santa Anna cometió numerosos errores a lo largo de su carrera política y militar, cargarle la responsabilidad exclusiva por la pérdida de territorio es una simplificación histórica. Su figura se ha utilizado como chivo expiatorio para desviar la atención de las fallas estructurales y colectivas de la nación en ese momento.
Hoy, historiadores como Will Fowler y Alfredo Ávila Rueda invitan a revaluar el papel de Santa Anna desde una perspectiva más crítica y menos maniquea. Más que un traidor, Santa Anna representa las contradicciones de un país que luchaba por consolidar su identidad y su soberanía frente a potencias extranjeras.

Excelsior

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